La música crea comunidad


Desde algunos años he estado aprendiendo cómo la música puede mejorar la vida y de qué forma puedo hacerlo yo con mis conocimientos, por lo que he decido usar este espacio en Internet para comunicar todo aquello que voy descubriendo. Pero antes, creo que en mi primera entrada debo explicar mi inquietud, para después entrar a mayores detalles.

Existen muchas formas en que la música puede ayudar a las personas. Pueden suceder cosas tan simples como pasar un buen rato en el antro después de un arduo día de trabajo, escuchar música clásica para concentrarse mientras se estudia o colocarse de fondo para ambientar un comercial. Pero también se puede usar con objetivos más trascendentes (y de alguna manera sorprendentes), como aprovechar el ritmo para ayudar a quienes tienen problemas motrices, haciéndolos caminar siguiendo el compás, o ayudar a recuperar la memoria a personas con alzheimer, cantando canciones que aun se recuerdan.

También existe otro beneficio de la música que a mí me ha interesado y, en lo personal, me consta que puede mejorar la forma en que vivimos: hablo de la habilidad de la música para crear comunidad. Lo vemos todos los días, por ejemplo, en grupos de Facebook especializados para los amantes de algún tipo de música o en las tribus urbanas que se generan en torno a un género musical.

En específico, quiero hablar de mi experiencia al respecto. Cuando cursaba la preparatoria estuve tocando en un coro de la iglesia cercana a mi casa y también en un grupo amateur de metal con amigos míos. Una vez el dirigente del coro me comentó como burlándose que no entendía a los grupos amateur, si no ganaban nada de dinero con lo que hacían. Por lo menos en la iglesia uno toca para Dios, pero, ¿qué gana un grupo amateur? Sólo aplausos y el reconocimiento de la gente. Por eso, según su visión, nada más era para inflarse el ego. En lo único que podía pensar en aquel momento era que hacerlo me divertía, pero aún así no supe qué responderle. Yo sabía que era más que eso, pero no sabía cómo explicarle todo lo que involucraban esas tocadas de bandas de rock y metal amateurs, de adolescentes preparatorianos.  Pero ahora que lo veo en retrospectiva puedo decir con confianza que ahí estaba creándose y recreándose una comunidad.

Piedras Negras es una ciudad pequeña muy alejada de las grandes ciudades, así que quienes no teníamos dinero ni permiso de nuestros padres para viajar hasta Monterrey o a alguna ciudad grande de Texas, nos la ingeniabamos para disfrutar de nuestros propios conciertos caseros. Y es que no eramos sólo los chavitos que tocabamos algún instrumento, también había gente que aunque no sabía tocar ningún instrumento, se unía al movimiento para organizar las tocadas; conseguir el equipo de sonido y demás equipamiento necesario para armar el show; conseguir bandas que toquen; organizar los turnos y horarios en que se presentarían las bandas; contactar a las instancias de gobierno, a dueños de restaurantes y bares o a alguien que tuviera algún terreno grande para conseguir los espacios para tocar; cobrar las entradas para pagar la renta del equipo de los espacios, llevar toda la contabilidad de los eventos; conseguir el transporte para mover el equipo o para alguna banda que llegara de otra ciudad; contactar con radiodifusoras locales para promocionar los eventos y a las bandas que ya tuvieran alguna grabación; diseñar los flayers de los eventos, y un largo etcétera.

También había quien prestaba su equipo o su espacio sin cobrar nada simplemente porque quería ser parte de todo esto. Y aún no menciono a los chavos que asistían a las eventos, quienes iban porque querían conocer el rock independiente local o simplemente para apoyar a sus amigos que estuvieran en alguna banda. De todas maneras, todos eramos amigos, y si no, nos haciamos amigos en esas fiestas.

Asímismo, para quienes estabamos en las bandas no era nada más ir a tocar unas cuantas canciones, recibir aplausos e irnos a nuestras casas, sino que siempre tratabamos de quedarnos a todo el evento para ver a las demás bandas, hacer slam juntos y a veces subirnos a los escenarios para tocar juntos. Y siempre era mejor cuando realmente no había escenario, sólo los intrumentos acomodados en un espacio redondo al ras del suelo, de esa manera estabamos al mismo nivel de los escuchas y los cantantes podían acercarse más fácil a darles el micrófono para que ellos canten, y quienes ejecutábamos algún isntrumento podíamos mover nuestras cabezas y saltar junto a ellos.

De esa forma no eramos nosotros tocando para un público, sino que eramos un grupo de personas que disfrutábamos de la música en comunidad, cada quién poniéndo su granito de arena, según sus capacidades, para que eso pudiera ocurrir. Quienes estabamos en las bandas desarrollábamos nuestras habilidades musicales compartiéndolas con la gente a nuestro alrededor. Quienes tenían inquietud por la publicidad, mercadotecnia, relaciones públicas o administración ganaba experiencia y confianza en sí mismos enrolándose en los equipos organizadores. Y quienes sólo iban de espectadores podían participar de un evento que difícilmente puede suceder en una ciudad tan pequeña, y más aún, disfrutaban de un rato de esparcimiento con sus amigos, donde además podían conocer más personas con quienes compartir sus mismos gustos musicales.

En realidad, sucedía lo mismo en el coro de la iglesia. Más allá de los motivos espirituales que tuviera, ese era un punto de encuentro para la comunidad, donde gente que tal vez no se conocía antes, se reunía para compartir un momento y darse cuenta de que tienen algo en común. Aquí llego a otro punto importante. La música conecta a las personas en formas que dificilmente podrían darse de manera cotidiana. Yo, por ejemplo, siempre he sido un tanto tímido y desconfiado de la gente. Pero gracias a que aprendí a componer mis propias canciones pude expresas ideas y sentimientos que me sería muy complicado hacer de otra forma. Y lo mejor de todo es que formando parte de ese pequeño movimiento local pude descubrir que había gente interesada en escuchar lo que expresaba a través de la música. Así fue como también pude tener el valor de acercarme a personas que apenas conocía, pues el poder hacer música y compartirla con otras personas incrementó mi confianza en mí mismo y en la gente.

Esto no es algo que sólo digo de la nada. La musicoterapeuta brasileña, Rosemyrian Cunha, por ejemplo, llevó a cabo una investigación haciendo música con estudiantes, maestros y trabajadores de limpieza en una universidad para registrar las manifestaciones físicas, cognitivas y afectivas que sucedían, demostrando que hacer música en grupo requiere mucho más que la habilidad musical, implica que personas con diversos antecedentes se deban poner al mismo nivel para trabajar en equipo. "La gente que se reune a hacer música en conjunto comparte una experiencia sociocultural. Hacer música en colectividad involucra la comunicación de pensamientos, sentimientos y valores", "hacer música juntos alentó a los participantes a pensar sobre sus sentimientos, roles y prejuicios, reflejando que la experiencia colectiva fomentó cambios positivos en sus vidas",  menciona Cunha en su estudio (pueden leerlo aquí; está en inglés).

Esto también se puede observar en el ejemplo de James Hetfield, vocalista de Metallica, quien menciona que en su juventud era demasiado tímido y encontrar la música lo ayudó a conectar con otras personas y a decidir usar su talento para ayudar:




James Hetfield se ha dado cuenta de los efectos positivos que ha dado la música en su vida y por eso ha decidido apoyar a escuelas donde se han eliminado las clases. Esto me lleva al siguiente punto: que aunque hay muchos beneficios que podemos obtener al tocar en comunidad, la música es  beneficiosa por sí misma.

Nos ayuda a sentirnos bien, a relejarnos o a activarnos. El psicólogo Howard Gardner ha demostrado que existen distintos tipos de  inteligencias. En las escuelas los niños aprenden a desarrollar principalmente la lógico-matemática, pero también existe la inteligencia lingüistico-verbal, intelgencia interpersonal, la intrapersonal y la musical, entre otras. Lo interesante es que se ha descubierto también que al crear música activamos casi todas las áreas del cerebro (puedes leer más al respecto aquí). Por ejemplo, cuando cantamos, activamos nuestra memoria y nuestra inteligencia lingüístico-verbal al recordar la canción y la letra, también usamos nuestra capacidad psicomotriz al coordinar nuestra respiración, cuerdas bucales y demás órganos que se involucran al momento de entonar la canción. Y si aparte estamos tocando algún instrumento al mismo tiempo, la actividad del cerebro incrementa.

Se dice que la música es una forma de lenguaje. Pero no es sólo un decir. Existe la hipótesis de que posiblemente se usó la música como forma de comunicación antes de que existiera el habla. Una posible evidencia de ello es que hay estudios científicos que han comprobado que un bebé antes de aprender su primera palabra puede responder a estímulos musicales de su madre y de esa forma tener una especie de entendimiento mutuo (pueden ahondar sobre este tema aquí).

¿Cómo se relaciona todo esto con la capacidad de crear comunidad que tiene la música? De nuevo usaré mi experiencia como ejemplo. Yo nunca he tenido ninguna enseñanza formal. Según algunos nuevos enfoques de la enseñanza de la música, esto realmente no significa que no sea músico, sino que simplemente no tengo conocimientos de un músico "completo".

Existen otros acercamientos que incluso dicen que eso sólo es dentro del conocimiento occidental, pues hay otras culturas que no han desarrollado ningún sistema de notación musical y eso no significa que no sepan hacer música, sino que sólo crean música según las necesidades de su propia cultura.

Dentro de la cultura en la que yo vivo, debería saber notación musical para ser un músico completo (y de verdad me encantaría hacerlo, aunque honestamente no me he dado el tiempo de hacerlo). Sin embargo, pude experimentar una forma de aprender a hacer música diferente al método tradicional, más autodidacta. Apenas obtuve los conocimientos más básicos de la guitarra y empecé a practicar con ello, a buscar nuevos sonidos en la guitarra por mi propia cuenta y a investigar lo que me faltara. Todavía no me podía aprender los nombres de los acordes en la guitarra y ya estaba componiendo mis primeras canciones. Luego comencé mi primera banda de rock y seguí aprendiendo. Entré a la rondalla de la escuela y aprendí cosas nuevas mientras ensayaba con mis compañeros. Entré al coro de la iglesia y aprendí más mientras ensayaba y tocaba. Mi aprendizaje se fue dando mientras compartía la música con otras personas. En cambio cuando me juntaba para tocar con otros amigos que también estaban apenas aprendiendo, pero que lo hacían en un salón de clases, veía que ellos no se sentían seguros tocando si no veían antes las partituras y les era casi imposible empezar a tocar una canción. Eso sí, eran mucho más precisos en su ejecución, sin embargo yo podía comenzar a tocar una canción simplemente con oirla y aunque no fuera perfectamente ejecutada, no tenía miedo de tocarla frente a otras personas, porque entendía que por lo menos sabía lo necesario para que una canción fuera legítimamente 'una canción'.

El bajista de jazz, Victor Wooten, les puede explicar mejor esto (los subtítulos se pueden poner en español en la configuración del video):



Pero no todo es miel sobre hojuelas. Aunque estoy convencido del poder de la música para mejorar la sociedad en que vivimos, después de toda esta explicación es mi deber recalcar que la música en sí tiene un valor neutral. Puede ser usada con fines benéficos pero también puede suceder lo contrario. Volviendo al ejemplo de Metallica, hace algunos años se reveló que algunas de sus canciones eran usadas por la CIA para torturar a prisioneros de guerra en medio oriente, que no estaban acostubrados a ese tipo de música tan estridente. Otro ejemplo son las bandas de rock skinheads, que escriben canciones con temáticas racistas y que enaltecen la supremacía de la raza blanca. También está el caso del black metal en Noruega durante los noventas, en que músicos de este género incendiaron iglesias cristianas como una forma reaccionaria de defender su identidad cultural pagana. Para mencionar asuntos más locales, en México tenemos el caso del narcocorrido que es usado para engrandecer la figura del narcotraficante, lo que ha ayudado a que esta subcultura se inserte de una manera más profunda en el país.

Para concluir quiero dejarles un video donde el filósofo esloveno, Slavoj Zizek, explica cómo la Oda a la Alegría de Beethoven, ha sido utilizada por distintos gobiernos para resaltar los valores de su causa, incluída la Alemania Nazi:




Y si quieren estar al tanto de lo que publico pueden seguir mi página de Facebook: https://www.facebook.com/Las-Personas-y-la-Música-1715162315172391

¿Cuáles han sido sus experiencias con la música? ¿Están de acuerdo o en contra de algún punto que menciono aquí?

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